CUANDO EL VIENTO AMAINE


Cuando el viento amaine en este atardecer
mi piel se erizará y mis percepciones serán de soledades.
Ya no estarás para seguir los sueños, en este cesped lleno de hojarascas sin vida, que una vez fueron preludio en el verde de los árboles.

Ya tu piel no cubrirá el espacio adormecido y mis poros heridos extrañarán el roce que buscaba mis labios.
Ya no será igual el canto que me queda, pues tus manos cerradas esconden el rumor de un viento en fuga, deletreando la canción de amor eterno con excesos lúbricos vividos.
Ya no estará el cruce de miradas prometiendo amarar en nuestras aguas, ni el beso con roces en tu pelo, ni el viento silvando nuestros nombres.

Ya se derrumbó el anclaje donde subiamos al cielo, se fue tu azul y me quedó el vacío, una distancia oscura y ciega,  marcando cicatrices de melancolía.
Ya no estarás más; pero mi alma se aferra.
Ya no estarás más y sin embargo mi piel se eriza y te recuerda.