Allí estaba la niña muerta con los ojos cerrados de un destino. Sola en la cueva solitaria de la noche. Con has manos vacías e inmoviles para decir adios.
Jamás podré olvidar ese instante de un silencio mudo sin tiempo ni destiempo arropando el pensamiento fragil y desnudo de sus juegos de niña, de sus cantos de escuela y sus pinturas con estrellas y cielo.
...
Este instante detenido en mi psiques murmurandome ausencia de cabellos en rizos, de sus ojos traviezos, de sus pies saltarines para entregarme un beso.
Este instante que me convierte en nada, vacío de sueños, de sangre silente muriendo en mis venas. Este instante de dolor callado que me aprieta el alma, que me deja sin ojos de alegría, de risa, de cantos. Sólo muy sólo con el alma vacía.
Allí estaba la niña muerta con los ojos cerrados de un destino. Sola en la cueva solitaria de la noche. Con has manos vacías e inmoviles para decir adios.
Jamás podré olvidar ese instante de un silencio mudo sin tiempo ni destiempo arropando el pensamiento fragil y desnudo de sus juegos de niña, de sus cantos de escuela y sus pinturas con estrellas y cielo.
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Este instante detenido en mi psiques murmurandome ausencia de cabellos en rizos, de sus ojos traviezos, de sus pies saltarines para entregarme un beso.
Este instante que me convierte en nada, vacío de sueños, de sangre silente muriendo en mis venas. Este instante de dolor callado que me aprieta el alma, que me deja sin ojos de alegría, de risa, de cantos. Sólo muy sólo con el alma vacía.